Retrasar la presencia de oxido en el hierro.
Montar un equipo de elevación en una EDAR tiene tela.
Y no lo hace cualquiera.
O, al menos, no deberíamos confiar en cualquiera para hacerlo.
Los entornos agresivos, como los que se generan por los vapores procedentes de las aguas residuales, son un quebradero de cabeza.
Tanto para los equipos, como para las personas que trabajan en esos entornos.
Porque cuando hablamos de corrosión, no nos referimos solo a un desgaste estético.
Me refiero a un daño progresivo que puede poner en riesgo el funcionamiento de los equipos.
Eso aumenta el riesgo de averías.
Y, lo que es peor, pone en peligro la seguridad de las personas.
Pero eso no es lo único:
Un equipo mal instalado o fabricado con materiales inadecuados puede implicar un aumento de los costes de mantenimiento.
O paradas inesperadas.
Y, al final, una reducción drástica en la vida útil de los equipos.
Por eso, cuando se instala un puente grúa en estos entornos, hay que tomar medidas adicionales.
Es la única forma de asegurarnos de que las piezas sean lo más duraderas posible.
Y para que así sea, hay que utilizar materiales (y acabados) que retrasen la aparición del óxido.